
Nos encontramos en plena transición de la Industria 4.0 a la Industria 5.0, llamada a revolucionar la forma en que se producen bienes. Esta nueva fase de la revolución industrial estará marcada por el uso de tecnologías como el Internet de las Cosas, el Big Data, la robótica y, por supuesto, la inteligencia artificial, pero siempre con el ser humano en el centro de todos los procesos y resultados.
Y es que, en contra de la creencia que se ha extendido, la tecnología no ha venido para reemplazar a las personas, sino para complementar e impulsar sus capacidades. Por eso, la colaboración entre hombre y máquina será fundamental para que la industria sea más eficiente, flexible y sostenible.
En el destacado papel de las personas en las fábricas inteligentes incide, precisamente, el informe Industria 5.0: hacia una industria europea resiliente, centrada en el ser humano y sostenible, elaborado por la Comisión Europea. Y es que esa es la principal apuesta de la Industria 5.0, que se presupone que fomentará la creación de empleos más satisfactorios y mejorará las condiciones de trabajo.
Principales características de la Industria 5.0
- Fabricación autónoma, para que las máquinas puedan trabajar 24/7 y aumentar, así, la producción. De esta manera, podrán dedicarse a las tareas más repetitivas, para que las personas puedan invertir más tiempo en planificación estratégica.
- Sistemas de fabricación cognitivos que aprendan de la experiencia. De esta manera, serán más competentes y podrán adaptarse en menor tiempo y con mejores resultados a condiciones cambiantes.
- Intercambio de información entre las máquinas. Gracias al Internet de las Cosas, podrán comunicarse entre ellas para, por ejemplo, detectar y corregir deficiencias en la cadena de producción.
- Procesos circulares que reutilicen, readapten y reciclen los recursos naturales. Así, se reducirán los residuos y el impacto ambiental de la actividad industrial.
- Desarrollo de cadenas de valor resilientes y robustas, que puedan reaccionar ante situaciones de crisis a nivel local, nacional e internacional, como podría ser una pandemia similar a la de la COVID-19.
- Personalización de la producción. Es decir, por un lado, adaptarse a aquello que la sociedad demanda, a sus verdaderas necesidades, para reducir excedentes que puedan causar daños en el medioambiente. Por otro, mejorar la experiencia de los consumidores, que demandan cada vez más productos únicos para ellos, lo que se traducirá en mayor satisfacción y lealtad.
- Potenciación de las habilidades blandas en los trabajadores, como la creatividad, el pensamiento crítico, la inteligencia emocional y la empatía. A medida que las máquinas asuman más tareas automatizables, las personas deberán centrarse más en impulsar la innovación para responder a lo que la sociedad y el planeta necesitan.
- La ciberseguridad, una prioridad. Será imprescindible garantizar la protección de datos y tener muy claras las implicaciones éticas de la actividad que se desarrolla.
Una industria al servicio de toda la sociedad
La Industria 5.0 se caracteriza también porque su propósito va más allá de lo lucrativo. No se trata de manufacturar bienes simplemente por un beneficio económico, porque ese enfoque está dejando de lado los costes ambientales y sociales que tiene la producción. Por eso, la Industria 5.0 pone el foco en una innovación responsable que busca también garantizar el bienestar de los consumidores (y el conjunto de la sociedad), así como proteger el medioambiente.
La clave está, tal y como pensamos en TecnoVitae, en preguntarnos no solo qué podemos hacer con la tecnología, sino qué puede hacer la tecnología por nosotros. Interrogantes a las que la Industria 5.0 nos ayudará a dar respuesta.